Me cuesta respirarte por las noches,
sentir la enredadera de tu locura
subiendo por mis muslos,
mordiendo mis pezones.
Y ahogar los gritos,
las mentiras,
los suspiros,
las mil promesas a medias
que van, vienen
y se vuelven a ir contigo.
Me cuesta trabajo respirarte,
beberme los susurros hipócritas del olvido
que insiste en esconderte,
que me grita,
que me aturde,
que inunde mi inconciente.
Me cuesta trabajo respirarte por las noches,
mientras el agua azota mi ventana
y tu mudo amor... llueve.